Había
una vez en el lejano Oriente un hombre considerado muy sabio. Un joven viajero
decidió visitarle para aprender de él.
-Maestro,
me gustaría saber cómo llegar a ser tan sabio como usted...
-Es
realmente sencillo, -le dijo- yo solo me dedico a descubrir perlas de
sabiduría. ¿Ves aquel gran baúl de perlas?
-Sí.
-Son
todas las que he acumulado durante mi vida.
-Sí
pero... ¿dónde puedo encontrarlas?
-Están
en todas partes. Es cuestión de aprender a discernirlas. La sabiduría siempre
está preparada para quien esté dispuesto a tomarla. Es como una planta que nace
dentro del hombre, evoluciona dentro de él, se nutre de otros hombres y da
frutos que alimentan a otros hombres.
|
|
|
|
-Aaahhhhh,
ya, ya.... Lo que me está diciendo es que tengo que ir descubriendo lo que hay
de sabio en cada persona para crear mi propia sabiduría y compartirla con los demás...
En
aquel momento, las palabras de aquel joven parecía como si se fueran formando
una pequeña nube de vapor de agua que se condensaba hasta solidificarse en una
pequeña perla. Inmediatamente el maestro la recogió para ponerla junto al resto
de perlas.
El
maestro le dijo:
-Realmente,
mi única sabiduría es recopilar estas perlas para después saber utilizarlas en
el momento oportuno.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario